Historia de Nuevo León

Mil Piedras grabadas con pinturas rupestres que datan de los años 665 y 1350 a.C., en el municipio neolonés de Mina, se encuentran entre los vestigios más antiguos encontrados en suelo mexicano. Estos rastros de civilizaciones nómadas y seminómadas son constancia de su paso por la región.

Con la llegada de los españoles, algunos de los colonizadores se dedicaron a observar y documentar las costumbres de los indígenas, estos cronistas dieron nombre a las agrupaciones indígenas de chichimecas (nombre generalizado para todas las tribus móviles de la zona norte del país) según las características particulares de cada grupo como rasgos físicos, tatuajes, lenguas, costumbres. Alonso de León es uno de los cronistas más destacados del antiguo territorio de Nuevo León de mediados del siglo XVII.

Algunos de los numerosos grupos étnicos fueron los azalapas y catujanes residentes de la zona norte del estado; los huachichiles, negritos y gualagüises en el sur; gualiches y ayancuaras en el centro, borrados en el oriente y coahuilecos en el poniente. Cazadores y recolectores de frutos, las comunidades indígenas se componían de apenas 8 o 10 miembros que juntos se movilizaban cada par de días o par de semanas, cuidando de no invadir el espacio de alguna otra familia. La organización de estas familias en comunidades se daba estrictamente en caso de guerra. Y las relaciones sociales dentro de la familia carecían de lazos estrechos o afectivos, ya que tanto padres como hijos podían moverse a otra familia con total libertad y un aparente desapego por alguna persona en particular al momento de conformar el núcleo móvil.

El primer asentamiento en suelo neolonés ocurrió en el año de 1577 con el capitán Alberto del Canto al mando del establecimiento de la comunidad de Santa Lucía. Sin embargo, es Luis de Carvajal y de la Cueva, el que consigue el permiso de la corona española y organiza una expedición exclusiva para realizar la conquista del llamado Nuevo Reino de León cinco años después. Año en el que se renombra a la villa San Luis Rey de Francia en lo que se considera la segunda fundación de la actual ciudad de Monterrey, capital del estado.

Durante una década, el control que Luis de Carvajal tenía sobre el territorio del Nuevo Reino de León era indiscutible, sin embargo, la enemistad con un fraile poderoso le confinó en la cárcel donde pronto murió. Debido a esto, el territorio estuvo despoblado durante 8 años, hasta que en el año de 1596 Diego de Montemayor, lugarteniente del gobernador de Coahuila y amigo de de Carvajal llegó a San Luis Rey de Francia y la rebautizó con el nombre de Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey.

Las primeras décadas de la tercera fundación de la ciudad significaron un gran esfuerzo por parte de las familias establecidas, a los cuales se les daba el apelativo de reineros, ya que la ciudad más cercana era la pequeña ciudad de Saltillo y la agricultura y ganadería que practicaban apenas les alcanzaba para subsistir. Así poco a poco fueron llegando nuevos colonos solicitando integrarse a la ciudad. Sin embargo, para mediados del siglo XVII, los reineros continuaban luchando por sobrevivir y los nuevos mandos tuvieron que construir un almacén de granos y harina para surtirles de alimento y evitar el abandono de la ciudad. Mientras se fundaban nuevas villas alrededor de Monterrey y se repoblaban antiguos asentamientos como Cerralvo y Cadereyta.

La labor española de colonización se llevó a cabo a la par del proceso de evangelización y fundación de misiones católicas por parte de los misioneros franciscanos. Algunos de los más destacados por su labor en la defensa de los indígenas o creación de hospicios, son Fray José de San Gabriel, Fray Lorenzo Cantú. Fray Francisco de Ribera, Fray Francisco Lavado, Fray Nicolás Gago, Fray Antonio Marfil de Jesús y Fray Diego de Salazar.

Después de subsistir los estragos de la naturaleza y las sublevaciones indígenas, la comunidad neolonesa comenzó a vivir una época de paz y sencilla vida a finales del siglo XVIII. Hasta que dio inicio la guerra de independencia el 16 de septiembre de 1810. En el Nuevo Reino de León, esto significó en un inicio la afiliación exclusivamente de indígenas y campesinos a la causa insurgente, sin embargo, un par de meses después, tanto el gobernador Manuel Santa María como el líder del ejército real en el territorio, Juan Ignacio Ramón, se convirtieron a la causa. Al término de la guerra, el Nuevo Reino de León fue oficialmente declarado Estado Libre y Soberano de Nuevo León en 1824.

Después sucedió el conflicto entre centralistas y federalistas, y la pérdida de Texas, Arizona y California bajo la dictadura del Gral. Antonio López de Santa Anna. En Nuevo León, Santiago Vidaurri desempeñó un papel clave en la caída del dictador y en el desarrollo económico del estado, pues a él se le atribuye la apertura de las fronteras marítimas al comercio en Mier y Camargo, Laredo y Piedras Negras. A pesar de esto, paso a la historia como un traidor a la nación ya que debido a desavenencias con el Presidente mexicano Benito Juárez, huyó del estado y del país para después regresar e incorporarse al imperio francés de Maximiliano, fungiendo como consejero de estado y ministro de hacienda.

Para fines del siglo XIX, Nuevo León se consolidaba como un estado industrial y próspero. Los gobernantes nuevoleoneses que colaboraron en el desarrollo económico del estado fueron Viviano Villarreal, Genaro Garza García, Lázaro Garza Ayala y Bernardo Reyes. Y esto fue sólo el inicio de una etapa de disparado crecimiento económico para la entidad pues al término de la revolución mexicana, en el siglo XX, Nuevo León construyó avenidas, extendió su red carretera, construyó “escuelas monumentales” y la primera universidad, se crearon presas, y se establecieron las jornadas laborales bajo la Ley de Jornada Máxima del Trabajo de 1922, habiendo sido creada poco antes la Junta de Conciliación y Arbitraje como mediadora en los conflictos obrero-patronales. También, la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, que nació a inicios de siglo, era ya un gran motor del florecimiento industrial del estado, así como la operación de Cervecería Cuauhtémoc, la fábrica textil La Fama, y muchas otras industrias que a partir de entonces forman parte del ejemplar creador de exitosos negocios que es Nuevo León.

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