El Palacio de Bellas Artes

El Palacio de Bellas Artes es un edificio monumental, síntesis de la cultura mexicana del primer tercio del siglo XX que surgió con el Porfiriato y culminó con el triunfo de la Revolución. Adamo Boari fue el arquitecto italiano que el gobierno del Presidente Porfirio Díaz contrató para proyectar y construir un nuevo Teatro Nacional, que tuviera la categoría de la ópera de París, ya que la ciudad carecía de uno.

El proyecto empezó a realizarse en 1904. La cimentación primer tropiezo de la edificiación, una gran plataforma de concreto que no soportó el peso del eficio, teniendo como consecuencia su hundimiento, lo que vino a modificar la proporción ideada incialmente.

El sistema constructivo fue el de la estructura de acero y concreto armado con recubrimiento de mármoles de Carara. El estilo adoptado por Boarí fue el de las formas ondulantes que imperaban en ese momento en Francia, el art nouveau. Sus fachadas forman un extraordinario conjunto blanco de pórticos columnados él principal coronado por un gran tímpano-loggias y ventanas, entablamentos y cornisas ramatado con una triple cúpula.

Este arquitecto se rodeo de artistas extranjeros para ejecutar su programa, la suma de esas colaboraciones le dio un sentido estilístico sui generis. Leonardo bistolfi realizó el motivo central de la fachada principal. Las esculturas y relieves de La Armonía y los dos grupos que le flanquean. La música, a la izquierda, La Inspiración, a la derecha. Agustín Querol, Catalán, hizo los pegasos que sobre pedestales ornamentan hoy la plaza que antecede el edificio, pero que originalmente remataban el cubo que cubre el escenario. Gianetti Fiorenzo diseñó los mascarones y motivos vernáculos de la ornamentación. El húngaro Géza Marotti proyectó el grupo escultórico de bronce que remata la cúpula y para la sala de espectáculos, el vitral del plafón Apolo y las Musas, el mosaico del arco del proscencio, arte teatral a través de las edades y el magnífico telón de cristal con el dibujo de los volcanes, realizado por la casa Tiffany de Nueva York con un millón de piezas de cristal opalescente. Alessandro Mazzucotli hizo las rejas de hierro y Luis Romero, mexicano, las ventanas, astabandas y las puertas laterales del escenario.

El espacio se compone de un vestíbulo, el gran hall, centro de distribución del edificio de proporciones monumentales que va cubierto por una triple cúpula de concreto recubierta con cerámica pintada y nervaduras revestidas de lámina de cobre; la sala de espectáculos con capacidad para 2035 butacas, tiene tribunas, plateas y palcos, el presidencial al centro, el Museo de Artes Plásticas que ocupa nueve salas y las galerías que unen los espacios abiertos hacia el gran hall, de las cuales son la Sala de Diego Rivera y la Sala Nacional con candiles de bronce y cristales despulidos, y maderas preciosas en pilares y parqué; la Sala Manuel M. Ponce para conferencias y conciertos de cámara; El Museo Nacional de Arquitectura que fue instalado en 1984 en la galería perimetral del último nivel y las oficinas del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Concluidas las obras en marzo de 1934 se entregó a la Secretaría de Educación Pública inaugurado por el Presidente Abelardo L. Rodríguez el 29 de septiembre del mismo año.

Dentro de su maravilloso acervo cultural se cuentan también importantes obras de pintores mexicanos. En el tercer piso: de José Clemente Orozco el mural al fresco Catarsis (1934); de Diego Rivera, El Hombre Universal y la Máquina (1934), fresco que reproduce el tema de su mural destruido en el Rockefeller Center de Nueva York; también de Rivera se conserva aquí el tríptico de tableros móviles realizados para el vestíbulo del Hotel Reforma (1836), cuyos temas son: La Dictadura, La Danza de Huichilobos y México Folklórico y turístico; David Alfaro Siqueiros representado por su tríptico (1945) La Nueva Democracia, Víctimas de la Guerra y Vìctimas del facismo, además, de los dos tableros (1950) con el tema del Mito de Cuauhtémoc y Cuauhtémoc Revivido.

En el segundo piso Rufino Tamayo pintó dos murales (1952 y 1953): Nacimiento de Nuestra Nacionalidad y México de Hoy. Guarda también el palacio otras tres obras murales: La Humanidad Liberándose, de Jorge González Camarena (1963), La Piedad, de Manuel Rodríguez Lozano, que procede de Lecumberri, y una alegoría que Roberto Montenegro pintó para la Escuela Nacional Preparatoria número 6 y que fue rescatada por el INBA.

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Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México
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