Paseo de La Reforma

El Paseo de la Reforma, no fue una avenida que fuese construida ex profeso, corresponde su trazo y su urbanización a la propia historia del país, así como al desarrollo económico y cultural. En el siglo XIX México vivió uno de sus períodos más dramáticos en el entorno nacional e internacional. Por un lado, la lucha por la Independencia había dejado un país vulnerable cuya administración pública todavía no podía consolidarse debido a la lucha por el poder político de las diferentes facciones de liberales y conservadores. Aquellos que añoraban mantener un país bajo la protección y dirección de un imperio Europeo, y los que buscaban afanosamente la construcción de una nación propia, independiente, cuyo reconocimiento tardaría aún mucho tiempo.

Durante el período de la intervención francesa y la instauración del Imperio de Maximiliano, fue que hubo una transformación importante de la Avenida, que aún no se concebía como Paseo de la Reforma, ya que era la Avenida por la que se iba transitando al lado de diferentes glorietas y estatuas que en diferentes momentos históricos se colocaron ahí para conmemorar a personajes y momentos importantes del desarrollo del país.
El Paseo era de terracería, y para que Maximiliano pudiese llegar a su hogar que era el Castillo de Chapultepec, era necesario a veces bordear algunas extensiones todavía de actividad agrícola, así como haciendas y árboles. Se dirigía desde la Plaza Mayor hasta el Caballito, y de éste al Acueducto de Chapultepec, tenía entonces que rodear la estatua de Carlos IV ya instalada en ese tiempo, tomando el Paseo de Bucareli, o Paseo Nuevo.

Las condiciones del lugar para el emperador no eran muy amables, pues en su tránsito se encontraba con las complicaciones de la lluvia, rodear y sortear el camino. Por tanto, proyecto un nuevo acceso al castillo que fuese totalmente en línea recta para su llegada al Castillo desde la Glorieta del Caballito.

Para el proyecto se convocó a grandes arquitectos, y artistas; Carl Gangolf, Ramón Rodríguez Arangoiti, Felipe Sojo, Miguel Noreña, y Luis Bolland. Este último proyectó la gran avenida en evocación de los Campos Elíseos parisinos. Se trataría de una avenida con dos sentidos y camellones a los lados de 9 metros respectivamente, adornados con árboles y extensas áreas verdes.

Entre 1864 y 1865 se hicieron grandes avances de obra, y en su primera entrega fue Bautizada como Paseo de la Emperatriz. La dificultad del terreno no impidió que se fuesen salvando obstáculos técnicos como zanjas y desniveles que presentaba el terreno. Sin embargo, el Emperador no vería concluida su gran proyecto, en tanto, que la lucha armada por la independencia de la intervención Francesa dio como resultado el éxito de Benito Juárez, y la consecuente muerte de Maximiano. Por tal razón, la gran Calzada cambio de nombre a Paseo de Degollado, que mantuvo por algún tiempo. Era menester esperar el ingreso del erario público para continuar la obra, que tampoco vio Juárez concluida.
Fue hasta la llegada de Sebastián Lerdo de Tejada (1872) que fue posible continuar el proyecto, además de reforestar gran parte de las zonas que se habían deteriorado, añadiéndose terraplenes y andadores de forma lateral. Por decreto presidencial y por el momento histórico tan importante que vivía México, el nombre que adoptó entonces fue el de Paseo de la Reforma.

Algunos años de espera siguieron para realmente hablar de una magnificencia arquitectónica, urbanística y artística. Con el establecimiento de un gobierno que logró la pacificación del país y el reconocimiento de nuestra nación en el contexto internacional, Porfirio Díaz logró entre muchas cosas, la estabilidad económica, lo que hizo propicio la habilitación del Paseo de la Reforma.

Al mismo tiempo, un crecimiento urbano importante embelleció el lugar, puesto que se invertía en infraestructura y desarrollo de Colonias como Tabacalera, Cuauhtémoc, Juárez, Arquitectos, además del diseño de varias glorietas.

Al paso del tiempo, han sido diversas las modificaciones que han surgido, no sólo en el remozamiento necesario a la gran vía, sino debido al crecimiento urbano, y decisiones a veces de índole política, como la reubicación de algunas de las estatuas que inicialmente fueron elaboradas por grandes artistas que proyectaron su exhibición para belleza del lugar, pero que después fueron colocadas en otras áreas de la ciudad.
Las glorietas generalmente fueron construida para albergar en su centro la figura de un personaje que eventualmente era reconocido por el gobierno en turno como prócer histórico. De ahí que a lo largo de la Avenida hayan sido colocadas estatuas en diferentes épocas.

Hacia el año 2000 a 2004, se llevó a cabo un importante proyecto en manos del Gobierno del Distrito Federal, en las áreas verdes se atendió la poda de los árboles, y se sembraron otras especies para hacer más diversa la vegetación, tal como trueno, helechos, sedúm, arrayanes, rosales, recubriendo la superficie de los jardines con tezontle para mantener la humedad adecuadas, y condiciones de preservación del suelo. Se diseñó las zonas de tránsito peatonal con cantera rosa, y se llevó a cabo la restauración del mobiliario urbano, al cual también se agregaron bancas de cantera rosa. La iluminación fue rediseñada, colocándose arbotantes a mucha menor distancia para garantizar la visibilidad y la seguridad en toda la zona.

Actualmente el Paseo de la Reforma es sin duda, reflejo de la economía del país, pues alberga en sus espacios colonias tradicionales, lo mismo que edificios que en sus interiores resguardan la vida económica de empresas nacionales y extranjeras. Los fines de semana mantiene la dinámica de recreación, cultura y deporte incluso, que ha hecho un sitio preferido para los vecinos y visitantes.

Artículo Producido por el Equipo Editorial Explorando México.
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